Donde ello era, yo debo devenir y la operación de la historia*

por Julieta Lucero

Partimos de la idea de que el enunciado de Freud donde ello era, yo debo devenir constituye una pieza central de su obra. Por un lado, allí Freud busca mostrar la descomposición por partes inherentes al aparato psíquico. Por otro lado, y no menos importante, señala también la necesidad de que otra instancia diferenciada de la anterior pueda emerger y establecer una manera nueva de reunir las piezas sueltas, producto de la disgregación que ha operado.

Ahora bien, pensamos que la historia puede resultar útil para el trabajo con el aparato mental que, a partir de aquel enunciado princeps, se caracteriza por su condición de no unificado de aquí en más. Comúnmente resulta que donde algo funcionó sin mayor importancia en la vida de un paciente, la historia, vía el relato y la escritura, puede ponerlo en valor.

Nos referimos a que la operación de historizar sería capaz de propiciar el advenimiento un nuevo elemento que, torsionando el relato anterior, pone a contar una vez más, generando en ese acto, la posibilidad de otro relato. En este sentido entendemos al acto de historizar como lo plantea Lucero (2015), la puesta en marcha de un contar histórico, como la producción de una versión nueva respecto a los sentidos ya dados.

La historización, no solo habilita una reunión nueva de los elementos que componen el aparato psíquico, sino que, y aquí queremos poner el acento, soporta el trabajo de a pedazos que Freud bien detalla en la Conferencia 31, La descomposición de la personalidad psíquica.

Al remitirnos al trabajo de De Certeau sobre la relación del psicoanálisis y la historia (Dosse, 2003), encontramos una riqueza inédita en la articulación que lleva a cabo: “Se presenta aquí una teoría de lanarratividad analítica (o científica), pero una vez más en forma de narración histórica” (p.101).

No constituye un dato menor que De Certeau atribuya el carácter de teoría a la narrativa histórica. Pero, por sobre todo, nos interesa hacer hincapié en que establece una continuidad, si podemos decirlo así, entre lo analítico y lo científico.

Esto fortalece nuestro planteo, al permitirnos pensar al proceso de historización como apoyado en un trabajo teórico-científico para operar sobre la descomposición de elementos.

Continúa De Certeau: “La génesis de la figura del judío y la de la escritura freudiana intervienen constantemente. El lugar desde el que Freud escribe y la producción de su escritura entran en el texto con el objeto de que trata”. Según Dosse, De Certeau ve en ello la emergencia de un nuevo régimen de historicidad en el cual los acontecimientos no dependen ya realmente de la consecutividad, oponiendo un presente a un pasado concluso, sino que están ligados por una coextensividad, un hojaldrado de varias temporalidades captado en un mismo espacio de experiencia, en el interior de una imbricación del pasado en el presente: «Aquí, pasado y presente se mueven en un mismo lugar, polivalente. Y de los “niveles” del texto, ninguno es el referente de los otros» (p.101).

Veamos, antes de finalizar, qué nos agrega lo dicho anteriormente y establezcamos algunas puntualizaciones más.

Como es bien sabido, a la disciplina de la historia le interesa el tiempo, y a los psicoanalistas no menos.

Es que, si la historia inaugura un hojaldrado de varias temporalidades aconteciendo en un mismo espacio, lo que adquiere valor en el relato de una historia en un psicoanálisis, no es el momento temporal en sí mismo, sino cuando los efectos de este permiten anudarlo con otros relatos (o desarmarlos).

Sostenemos que para el trabajo con el despedazamiento en partes del aparato mental no alcanza con encadenar las partes, sino que es necesario una reunión que valga para cada quien.

En otras palabras, es necesaria una reunión a partir de la cual aquel que la lleva a cabo pueda sostenerse. De lo contrario, si nos interesara la mera reunión, incurriríamos en el error de soslayar la insistencia de Freud en mostrar que ese trabajo ya lo lleva a cabo el inconsciente mismo. Él realiza una interpretación de los elementos dados.

En la operación de historización, por el contrario, existe la chance de decidir cuáles serán los elementos (acontecimientos) que cuentan y cuáles no. Al proceder por esta vía, ¿estamos otra vez frente a una nueva descomposición? Muy probablemente. Y a aquel que historiza (analizante) le queda transitar una vida siempre de a partes. Algunas de ellas eran, y otras advendrán.

* En Cuadernos de Investigación 1. Publicación de Salto Ediciones.

Referencias bibliográficas

Copjec, J. (1994). Read my desire. Lacan against the Historicists. The MIT Press.
Dosse, F. (2003). Historia y Psicoanálisis: genealogía de una relación. En Pasajes, Revista de Pensamiento ContemporáneoPublicaions de la Universitat de València, 93-113.
Freud, S. (1991). 31 Conferencia. La Descomposición de la personalidad psíquica. En J. L. Etcheverry (trad.), Obras Completas Sigmund Freud (Vol. 22, pp. 53-74) Amorrortu (original publicado en 1933).
Lucero, J. (2015). La Historia-Lo mental. Revista Saltos 2, 45-47.

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