A propósito de la técnica psicoanalítica en el trabajo con niños. Cien años después, ¿qué nos orienta?*

por Julieta Lucero

Resumen

A cien añosde la publicación de Más allá del Principio del Placer, buscamos precisar la vigencia de los señalamientos freudianos en la práctica analítica con niños. Sostenemos la idea de que el abordaje de lo que se satisface en el niño, es el detalle a captar en cada juego de la sesión analítica, privilegiando el modo de hacer por sobre el simbolismo que se desprende de la actividad lúdica.

Palabras Clave

Psicoanálisis – Niño – Satisfacción – Juego.

Abstract **

One hundred years after Freud’s Beyond the Pleasure Principle, we want to refine the validity of Freud’s assertions about the practice with children. We believe that what provokes the child’s satisfaction is precisely the detail to be captured during each playing session.  Therefore, the validation of labor over meaning finds purpose within psychoanalysis.

Keywords

Psychoanalysis – Child – Satisfaction – Pretend Play.

 

Al preguntarnos por la infancia, no podemos pasar por alto que esta, en tanto instancia vital del ser humano, no siempre existió de la manera en que hoy la concebimos. Es a partir de la Edad Moderna donde comienza a tener valor, pues hasta entonces era comprendida como una zona marginal (Aries, 1988) que carecía de importancia. Se pensaba que al niño le faltaba maduración y, en consecuencia, era inferior al adulto. Incluso no se esperaba mucho de él, puesto que era común que no llegara a la vida adulta, producto de problemáticas de salud y enfermedad que marcaban una tasa de mortalidad alta entre los niños siglos atrás.

Sin embargo, hoy, para quienes trabajamos con niños, considerar cuidadosamente cada uno de los elementos intervinientes y constitutivos en la infancia, resulta esencial. En este sentido es que, poniendo a la infancia en el centro de atención, podemos problematizar nuestra práctica, puesto que adquiere modos distintos según quienes sean los actores involucrados. Creo necesario, en primera instancia, despejar qué dice y qué hace cada uno de los participantes en la infancia, como pueden ser los padres, la escuela, el médico, puesto que nuestro analizante probablemente requiera, para su advenimiento como tal, de una operación de esclarecimiento respecto aquellos campos que dicen y hacen con él. De manera que, poner a la infancia en el centro de atención implica, cuanto menos, una operación de pregunta sobre qué es la infancia, y sobre el universo de complejidades allí en juego.

En este sentido, en psicoanálisis, se trata de captar el uso y ordenamiento que un niño le da a cada objeto, u objetos, incluidos aquellos con lo que juega en sesión. Allí es donde creo que la tradicional caja de juguetes no resulta imprescindible. No es necesario que el analizante use muñequitos para decirnos algo, pero sí que nos muestre por algún medio de qué elementos dispone para su vínculo con el otro.

Lo mismo podemos decir que ocurre con el dibujo como instrumento. Es necesario prestar más atención a su uso, como puesta en acto de su realidad como niño, que a la interpretación del contenido o sentido del dibujo. Esto puede brindar resultados sumamente interesantes. Así como indagamos a un adulto qué cree respecto de eso que sueña, o respecto a un lapsus, hacemos hablar al niño respecto a lo dibujado, o a ese juego que desplegó con o sin nosotros.

Hasta aquí el juego remite a un medio para la expresión del niño y para sus múltiples posibilidades interpretativas. Sin embargo, Lacan, al retomar las observaciones de Freud a propósito del Fort-Da, si bien le otorgó a éste el lugar de vía de entrada del niño al orden simbólico, momento inaugural de acceso al significante, fue un poco después, en el año ´76, donde dedicó parte de su Seminario al tema del juego (ya para esa altura con otro propósito más allá de lo simbólico). Alude allí al juego de la morra para desarrollar la idea que estructura un encuentro entre dos. En este juego, muy tradicional, por cierto, los jugadores deben adivinar la suma de los dedos que su contrincante tiene detrás de la espalda y los que él mismo esconde. Ambos dicen un número en voz alta y el que haya acertado es el ganador. En el contexto que nos interesa, el juego desarrollado en sesión se enmarca, a su vez, en otro juego que estructura a este. Lo que se encuentra en la morra no ocurre porque sí, sino que conlleva cierto saber. Algo sabe en cada ser humano.

Mayor complejidad se agrega al trabajo analítico al no saber cuándo, y en qué momento aparecerá dicho saber. Lo que sí sabemos es que, tal como lo señala la acepción de la morra en el latín, hay un retraso, un retardo. Este saber nos retarda. Lacan llamó a esto debilidad mental (197). Esto indica, entonces, que existe un límite al saber sobre el que se va a jugar. Este se revelará cada vez, haciendo luego que la morra haga lo suyo.

En este marco, el juego en sesión nos muestra qué sabe nuestro analizante, qué busca al disponer los juguetes de un modo y no de otro, incluso en la elección de cada juguete y de cada juego. Y como dicho saber insiste, lo que está en juego, al final de cuentas, es su modo de satisfacerse.

A su vez, estos lineamientos en el trabajo clínico con niños nos permiten no apartarnos de los hallazgos de Freud respecto a la relación del juego y el Más allá del principio del placer. No es cosa menor que a cien años de la publicación de este escrito que ofició de bisagra en el psicoanálisis, aún hoy él nos oriente en nuestro quehacer analítico. Freud fue el que advirtió el papel de la satisfacción implicada en el juego del carretel. Pero es a partir de la lectura de Lacan de Más allá del principio del placerque entonces sentidoy gocese anudan en el juego. Como venimos señalando, este último habilita el ingreso a lo simbólico, pero, no sin fijar, sin imprimir, un modo de satisfacción en relación a cada una de esas marcas que lo simbólico trazó ya, tempranamente, en el cuerpo del niño (y que él porta, probablemente, sin saber sobre la existencia de las mismas). De este modo, el niño, a su corta edad, condensa ya, en forma de cuerpo, modos de goce que hablan por él y que también, en ocasiones, hacen por él. Muy probablemente sea el inter-juego de los mencionados modos, a lo que, cómo psicoanalistas, debamos adentrarnos en primera instancia en el trabajo con un niño. En otras palabras, ellos constituyen el detalle a captar en cada juego durante la sesión analítica.

Estos señalamientos buscan oficiar como disparadores para re-pensar el trabajo con niños, propiciando una labor clínica dirigida, específicamente, a encargarse de lo que habita en ellos, de lo que hace cuerpo en ellos, obstaculizando, muchas veces, una dinámica familiar posible.

 

* En Revista Saltos 6.

** Traducción al inglés: Florencia Bernthal Raz.

Referencias bibliográficas

Freud, S. (1992). Más allá del principio del placer. En Volumen 18 de Obras Completas Sigmund Freud. Buenos Aires: Amorrortu.

Lacan, J. (1988). L’insu que sait de l’une-bévue s’aile à mourre (versión íntegra). Buenos Aires. EFBA.

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